El poder de la mente en el rendimiento deportivo
- Sara Ramírez de Arellano
- 30 ene 2018
- 4 Min. de lectura

¿Alguna vez haciendo deporte has sentido que tus pensamientos o emociones te limitaban? ¿Cuántas veces has pensado “no puedo” cuando en realidad sí podías?
Es probable que la mayor parte de los deportistas se hayan sentido alguna vez así. La mente tiene un papel más relevante del que muchas veces pensamos, y por eso es importante entrenarnos física y mentalmente.
La importancia de la motivación
La motivación ha sido considerada como el “motor” de la conducta, es decir, aquello que nos impulsa a llevar a cabo determinadas actividades. En el deporte, la motivación tiene un papel central y es una de las grandes variables que pueden influir en el éxito o fracaso de la actividad deportiva.
Cuando el deportista está motivado significa que tiene unos objetivos que desea alcanzar, referentes a esa práctica deportiva. La persona puede practicar ese deporte para divertirse, para estar en forma, para competir, para establecer relaciones sociales, etc. No importa cuál sea el objetivo o la meta que la persona haya establecido, lo importante es que esa meta exista, porque de lo contrario es altamente probable que la persona abandone dicha actividad al sentir que no tiene un objetivo o meta que alcanzar.

La motivación puede ser intrínseca o extrínseca. Cuando el deportista tiene una motivación intrínseca significa que los objetivos y metas que ha establecido surgen de la propia persona, es decir, las metas establecidas tienen que ver con la autorrealización, superación y bienestar personal, y la práctica deportiva resulta gratificante en sí misma. Por el contrario, la motivación extrínseca se refiere a cuando la persona pone sus objetivos y metas en factores externos a sí misma, por ejemplo, conseguir trofeos, dinero, prestigio social.
Lo ideal es que existan ambos tipos de motivación en el deportista, sin embargo es necesario tener en cuenta que la motivación intrínseca tiene un mayor peso de cara al éxito deportivo y a evitar el abandono de la práctica deportiva, puesto que es mucho más estable y duradera que la extrínseca. Además, la motivación extrínseca tiende a ir variando y puede conllevar menos tolerancia al fracaso al ser algo que no depende de nosotros mismos. Asimismo, es importante señalar que se pueden lograr resultados deportivos sin motivación extrínseca, pero nunca sin motivación intrínseca.
Por otra parte, existe la motivación de logro que es la orientación de la persona hacia el esfuerzo por tener éxito en una tarea determinada. Cuando un deportista tiene motivación de logro esto le ayuda a continuar a pesar de los fracasos, lo que unido a una motivación intrínseca le ayuda a continuar luchando y entrenando para lograr el éxito deportivo.
Un aspecto muy importante relacionado con la motivación es si el deportista está más orientado a lograr el éxito o a evitar el fracaso. Cuando el deportista está orientado a lograr el éxito, se esfuerza por dar lo mejor de sí mismo, va a buscar metas y objetivos que supongan un desafío pero que sean reales, y reaccionará ante los fracasos como oportunidades para seguir luchando y mejorar. Sin embargo, el deportista orientado a evitar los fracasos, en lugar de buscar desafíos prefiere realizar tareas en las que el éxito esté asegurado, por lo que es poco probable que mejore en su actividad al no buscar con tanto énfasis la superación. Además, va a vivir los fracasos con mucha más ansiedad que el deportista orientado el éxito, y ante situaciones de competición o de mayor exigencia física de la que está acostumbrado, probablemente comiencen a surgir pensamientos negativos que le van a afectar a su autoconfianza, concentración y rendimiento en la tarea.
El pensamiento negativo
Pensamientos referentes al no poder, a compararse con el resto de deportistas y ver que tienen mejores marcas, pensar en situaciones del pasado en las que no salió bien, todos estos pensamientos negativos son los peores enemigos de un deportista.
El pensamiento negativo surge de la inseguridad, la falta de confianza en uno mismo y sus propias capacidades y el miedo a fracasar. Es importante explorar de dónde surgen esas inseguridades y poder trabajar con ellas, porque de lo contrario pueden limitar mucho el rendimiento y el éxito del deportista, puesto que este tipo de pensamientos suelen generar ansiedad, estrés y miedo.
Las metas

Es importante que los deportistas sepan bien como establecer sus propias metas. Las metas deben ser claras y detalladas, desafiantes pero realistas, orientadas al rendimiento y los resultados, flexibles (puesto que nuestro cuerpo no siempre responde de la misma manera), y sobre todo que hagan percibir el deporte como una actividad gratificante, que le haga vivir al deportista experiencias positivas y le haga sentir mejor consigo mismo. Si la persona logra esto, podrá sentir que la actividad tiene mayor sentido, podrá enfrentarse a los fracasos con una actitud positiva y de superación, y podrá lograr que el deporte se convierta en una actividad de disfrute y superación de uno mismo.
Referencias
Cantón, E. (2001). Deporte, salud, bienestar y calidad de vida. Cuadernos de Psicología del Deporte, 1(1), 27-38.
Jiménez, M., Martínez, P., Miró, E., y Sánchez, A. (2007). Bienestar psicológico y hábitos saludables: ¿están asociados a la práctica de ejercicio físico? International Journal of Clinical and Health Psychology, 8(1), 185-202.
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